miércoles, 16 de diciembre de 2009

Proyecto Tu y Yo. III Bienal Iberoamericana


















Tú y Yo
3 Bienal Iberoamericana

En la fenomenología del problema social que representa en nuestra sociedad la homosexualidad, se produce un trato que llega al castigo con violencia  psicológica y física a aquellos que no se conforman con lo esperado por la superficialidad  cultural.
Así se crean una diversidad de comportamientos aparentemente marginales, pero que representa una realidad palpable dentro de un espectro social  cada vez mas amplio; pero la particularidad  creciente de este problema la ubicamos dentro de los estratos sociales mas populares, debido a la misma problemática de carácter social: “psicológico, económico, demográfico, racial y netamente sexual” que se aborda cotidianamente dentro del desarrollo de nuestra sociedad, produciéndose un cambio en la conducta tolerante o intolerante dentro del grupo humano respectivo a cada individuo. La salida a superficie de conductas no aceptadas por una sociedad hipócrita de apariencia conservadora y sumamente prejuiciosa, conducen a un grado de marginalidad que vulgarmente conocemos como “caleta”  lo cual incluye un comportamiento defensivo y que muchas veces se convierte en el carácter .
Hablamos pues del “cabro achorado” que asume una conducta llena de ambigüedades, una persona con ansias de amor cariño y aceptación pero que persigue una felicidad inalcanzable; dado que el comportamiento que ha asumido para hacer frente a su problema de genero, lo convierte en un ser que raramente confía en alguien y que responde de manera hipócrita , aparentemente sumisa y evasiva ante sus detractores; pero que sin embargo seria capaz de responder  de una manera impetuosa  de una sexualidad aflorante y violenta  exponiéndose  cuando el quiera donde quiera y como quiera.
Estos individuos se encuentran encerrados en una batalla interna agotadora. Por un lado, se ven impulsados a hallar intimidad inapropiada para satisfacer sus  anhelos sexuales. Por el otro, tienen creencias poderosas que prohíben la adopción sin reservas de un estilo de vida gay . Las soluciones típicas que se ofrecen a ellos para tratar de resolver su situación,  son especiales: desarraigar sus creencias o rehuir a su sexualidad de manera definitiva, se convierten en un dilema;  creando como solución a su problema una especie de sociedad alternativa que se desarrolla en limite de lo permitido y lo no tolerado jugando así con las tensiones interculturales de cada comunidad que posee sus propios valores a los que ellos acceden con una mascara que sin embargo todos conocen pero hacen como si no lo notaran para si no afrontar el problema con transparencia.
Este es la historia de un circulo vicioso de la búsqueda de la felicidad inalcanzable de la respuesta a sus frustraciones y de cómo nos vemos y como los vemos a ellos.
                                                                        Christian Flores Saavedra.                           




Los rostros de los márgenes

Por Ronaldo Menéndez
escritor

En Arte, el referente no es un valor cerrado, autocompleto, en sí. Por eso más me ha llamado la atención el rostro que Christian descubre y hace aflorar, que la temática escogida, con toda su carga social, cultural y psicológica. Los problemas que atraviesan el mundo gay, generados desde sus zonas de tensión, o su contraparte como respuesta desde la “buena moral”, no son nada nuevo en Arte. Menos aún -ya los griegos dieron cuenta de ello, cuando la (homo)sexualidad no era un problema- aquellos aspectos que psicológicamente conforman un imaginario, una visión del mundo y toda una gama de comportamientos. El homosexual encerrado, escupido hacia ese sector detrás de los márgenes, relegado al traspatio de la institución familiar, ha servido para nutrir obras de arte desde el momento en que el cristianismo produjo Sodoma y Gomorra. Por eso toda obra de reivindicación o penetración desprejuiciada en el problema gay, también es arte de reacción. Esta es la obra de Christian, aunque no sólo se queda en esto.
La casi unánime conclusión a que puede llegarse cuando un artista se decide a poner al gay en foco (sea literario, plástico o fotográfico), es simple y plana, al estilo de “los gays también existen”, o acaso, “los gays tambien son humanos”. Pero lo que ha hecho Christian es enfocar cuerpos y rostros dando por sentado que el ser gay ya tiene su estatuto ontológico, y no necesita permiso para existir. Por eso nos sentimos agredidos por sus imágenes. Quien está del otro lado no reclama el oxígeno moral del día a día, sino que logra devolvernos la justa intensidad del espejo. Si lo miramos mal, el sujeto en su arrogancia gay, se queda en su margen y nos agrede con su descaro de alteridad que se resiste a participar en nuestro juego. Si lo dejamos moralmente en su sitio, ahí se queda quieto sin más atributos que un cuerpo que se exhibe.
La técnica de Christian no se separa de su proposito, es detalle y primer plano, y rigor en el detalle. Su propósito es que veamos con lupa algo enorme, una variable social despejada y autónoma, nos guste o no. De este triángulo entre el artista, su motivo fotografiado y nosotros, nace el misterio y la riqueza de lecturas que posee todo hecho estético. No hace falta creer: solo basta con ver.